Dependiendo de la receta dejar el tallo, cortando solo una parte inferior o si preferimos utilizar solo el corazón de la alcachofa cortaremos el tallo por la base de la misma.
Pelar el tallo e ir retirando las hojas exteriores de la alcachofa hasta llegar al corazón de la misma en la que notaremos un color verde más clarito que nos augura también ya hojas tiernas.
Cortar la parte superior de la alcachofa ya que la punta de las hojas suele estar muy dura.
Si dejamos la alcachofa entera ya podríamos decir que está lista.Si la queremos a la mitad o en cuartos es el momento de partirla a la mitad, en el centro mismo del corazón de la alcachofa observamos unos pelillos casi translucidos que conviene retirar porque amargan.
A medida que las vamos limpiando las iremos pasando a un bol con agua helada (podemos añadir unos cubitos de hielo), el perejjil y el limón cortado en rodajas incluso podemos exprimirlo y dejar todo en el agua. Sumerger las alcachofas limpias en esta preparación nos ayuda a mitigar la oxidación de esta hortaliza.
Una vez que hemos seguido el proceso de limpieza ya las tenemos listas para cocinar.