- Mezcla con la batidora (thermomix, amasadora, o con varillas manualmente) el azúcar con la ralladura del limón y naranja, los huevos, el aceite y el anís hasta conseguir que todo esté bien mezclado.
- En un bol, tamiza la harina con la levadura y la sal y vuélcala en la encimera a modo de volcán, en el centro pones los elementos líquidos que has mezclado previamente y a amasar con ganas y alegría. Una vez amasado deja reposar la masa durante una media hora.
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- Comienza a tomar pequeños trozos de masa y amasa largos cordones, los vas cortando del tamaño de una rosquilla y las vas formando. Pide ayuda a tu familia, si tienes niños pequeños, involúcralos en la labor, serán momentos que recordarán siempre, los míos se llenaban de harina hasta el pelo, pero hoy que son hombres ya, se les ilumina la cara cuando lo recuerdan.
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Es más práctico formar todas las rosquillas antes de comenzar a freír.
Es ideal freír en una sartén o cazo hondo con bastante aceite para que durante la fritura las rosquillas bailen en el aceite, las vas girando para que la cocción sea uniforme. La temperatura aconsejada para el aceite es de 170º, puedes medirla con un termómetro de cocina.
Una vez fritas se van pasando por papel absorbente para que desprendan el exceso de aceite y enseguida por azúcar (mejor ponerla en una bolsa de plástico e ir poniendo dentro las rosquillas por tandas, se cierra con la mano la bolsa, se agita y las rosquillas quedarán rebozadas de azúcar, las vamos pasando para una fuente.).