Poner en una jarra o bol el agua templada, añadir la MASA MADRE, la levadura y mezclar bien. Dejar reposar mientras seguimos con la elaboración
Poner en el bol donde vamos a hacer la totalidad de la elaboración las harinas, en una esquinita ponemos la sal, abrimos un hueco en el centro de la harina a modo volcán, ponemos el azúcar, el huevo ligeramente batido, el anís, el contenido de la jarra y mezclamos hasta no ver nada de harina seca. Cubrimos con un paño y dejamos reposar durante una hora.
Recuperamos la masa, incorporamos la manteca de vaca y mezclamos bien hasta integrar, primero lo hacemos con una cuchara y después a mano (o en tu robot de cocina). Una vez que tenemos una masa homogénea (queda bastante pegajosa y poco espesa, pero es así) volvemos a cubrir y dejamos fermentar hasta que duplique o triplique su volumen en un lugar bien abrigado. En mi caso que he hecho esta elaboración con MASA MADRE y 8 g de levadura, tardó unas 2 1/2 horas .
Engrasamos el molde, forramos por lo menos la base del molde, volvemos a engrasar y volcamos la masa que está muy blandita , así que nos engrasamos las manos y la acomodamos dentro del molde. Podéis poner un molde aún de mayor tamaño para que resulte más finita de grosor, yo lo valoré pero a mí me gusta más gruesita.Una vez acomodada la masa en el molde, espolvorear el azúcar y picar la mantequilla y distribuirla por toda la superficie. Horneamos en horno precalentado a 185ºC con calor abajo y arriba durante 40 minutos o hasta que la veamos ligeramente doradita. Ojo que no se queme, lleva azúcar por encima y según funcione tu horno puede tostarse demasiado y además de quedar feo, amarga la preparación. Una cosa es tostadita y otra distinta es quemadita.
Finalizado el horneado, retirar del horno, desmoldar con cuidado, retirar el papel y pasar a una rejilla para dejar enfriar totalmente
Una vez totalmente fría, servir y disfrutar.