Hacer mandarinas confitadas en casa es facilísimo y el resultado es realmente delicioso. Puedes envasarlas al vacío, congelarlas o conservarlas como cualquier otra conserva tradicional, para disfrutarlas cuando te apetezca.
Son perfectas para utilizar en repostería, especialmente en nuestros roscones de Reyes, y un auténtico placer tenerlas siempre a mano en la despensa, listas para dar un toque especial a cualquier dulce.
- 2 mandarinas jugosas y prietas
- 150 g. de azúcar.
- 300 g. de agua
- Elaboración
- Lavamos bien las mandarinas, mejor con un cepillito porque como tienen esa piel rugosa a veces los sulfatos se les adhieren de forma difícil de tratar.
- Yo las lavo con agua caliente. Si utilizas mandarinas ecológicas la limpieza puede ser más superficial.
- Para la cocción utilizo una tartera bajita o una sartén, (es mejor que queden lo más extendidas posibles), pongo el agua y el azúcar y enciendo el fuego para que se vaya formando el almíbar.
- Mientras tanto y con un cuchillo afilado, procedemos a cortar rodajas finas de mandarinas y las vamos colocando con cuidadito en la tartera.
- Lo ideal es hacerlas a fuego lento y que cocinen más o menos unos 40 minutos, tenéis que ir viendo, cuando estén tiernas y se haya formado un almíbar
- espeso ya las podéis retirar. Los primeros 20 minutos es mejor tapar la olla o la sartén, después retirar la tapa y dejar que el almíbar vaya espesando y evaporando.
Son frágiles, así que cuidado con su manipulación, no las déis vueltas, con solo mover la olla de cuando en vez, es más que suficiente, no se pegarán, el almíbar ayudará a que eso no ocurra.
Proceso de envasado, AQUÍ
He tenido 2 botes de naranjas en la nevera cubiertos de almíbar durante meses y se han conservado perfectamente, aunque si hago bastantes las envaso al vacío o las congelo.
Congeladas: Puedes poner una media docena en bolsitas aptas para congelación y congelarlas, las tendrás perfectas para cuando las necesites, bien para un roscón o una tarta.
Es una auténtica maravilla tener mandarinas en conserva en casa: sirven para roscones, tartas, para decorar, para picarlas finamente y mezclarlas con cremas de relleno o masas, para acompañar helados, arroz con leche, flan… y un larguísimo etcétera.
Además de versátiles, son tan decorativas y tienen un color tan bonito que merece la pena no dejarlas pasar. Os animo a prepararlas: veréis lo fáciles que son y el magnífico recurso que suponen en la cocina para dar un toque especial a muchísimas elaboraciones.
Puedes ver la receta de NARANJAS CONFITADAS, AQUÍ. 





